B. Así afecta la crisis a los poderesos

El BBVA ganó 1.240 millones en el primer trimestre de 2010

Santander gana 2.215 millones en el primer trimestre del año

Repsol aumenta su beneficio un 30% en el primer trimestre

Endesa triplica su beneficio en el primer trimestre, hasta 1.535 millones

Telefónica ganó 1.656 millones en el primer trimestre

La cuestión es que el capitalismo no es ya sólo un modelo económico, sino un modelo “cultural”, profundamente implantado en nuestra sociedad. El trabajador medio ha pensado que triunfar en la vida es tener un coche más potente, una hipoteca más grande, una tele de más pulgadas, un móvil más caro, irse una semana más a la playa que su vecino. Resulta que el empresario tiene estas mismas aspiraciones, aunque algo más abultadas; la diferencia es cuantitativa, no cualitativa. Si sacas al empleado de su papel como trabajador y lo colocas en el de empresario, reproducirá a la perfección el rol que se le presupone a éste.

Incluso nos han convertido en explotadores de la clase trabajadora cuando compramos cada día productos baratos producidos en régimen de explotación en países subdesarrollados. ¿Nos da igual?

¿Este modelo económico-cultural nos ha sido implantado a la fuerza, como sostienen algunos? ¿O ha triunfado porque responde a las aspiraciones esenciales de la gran mayoría de la gente, como dicen otros? La cuestión es que, sea por lo que sea, de momento no se ha alcanzado la masa crítica necesaria para tratar de cambiarlo. Ni siquiera con la que está cayendo.

Decían que íbamos a reformar el capitalismo y al final ha sido el capitalismo quien nos ha reformado a nosotros. “Las circunstancias nos han obligado a tomar estas medidas”, dice Zapatero en el peor momento de su carrera política, en el día en el que las circunstancias le derrotan, en el funeral de su discurso. “La crisis no la pagarán los más débiles”, repetía hasta hace nada el presidente. Y ahora la crisis la pagarán los de siempre: pensionistas, dependientes, madres, funcionarios y, por supuesto, ese 20% de parados.

El poder político ha decidido no tener mucho que decir. Hay otros soberanos, los mercados, que son ahora los que imponen sus reglas. El problema aquí ya no es la crisis, ni la congelación de las pensiones, ni el recorte del 5% en el salario de los funcionarios. El problema es que la democracia ha hecho aguas. El capitalismo feroz y salvaje trata de darle la estocada de gracia con el consentimiento de los gobiernos neoliberales. Por culpa de ellos se acabará el poder del pueblo, la soberanía popular dejará de existir. Dejarán de gobernar los gobiernos elegidos por el pueblo , desde mañana gobernará el capital, ya sin careta. Bailaremos al son de las coplas de los inversores. Además, la victoria será doble, porque también conseguirán dividir a los trabajadores para que nos peleemos entre nosotros: funcionarios, asalariados y autónomos, todos cargamos ya los unos contra los otros.

Y mientras el enemigo poderoso, el que ha provocado todo esto, se ríe en nuestra cara.

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